El autobús y yo

Soy todo un experto en viajar en autobús. En cierta etapa de mi vida estuve todo un año recorriendo el trayecto Málaga-Madrid casi dos veces por semana. Las seis horas y media que a muchos se les antojan eternas, para mi eran un agradable paseo practicando algunas de mis aficiones favoritas: leer, escuchar música y darles vueltas a las cosas. También llevo doce años yendo y viniendo regularmente desde Málaga al pueblo almeriense donde vivo, en esta ocasión son cinco horas y media. Total, que se puede decir que tengo mi pequeña carrera de viajes en autobús.

La cuestión es que, aún a mis treinta años, hay un hecho sin importancia para muchos que a mí me estropea el viaje desde el principio. Muchas veces utilizo el bus en puentes o festivos que es cuando todo el mundo viaja. Además a veces subo en un punto intermedio del viaje, con lo cual lo que me suelo encontrar es un habitáculo relativamente pequeño, lleno hasta la bandera con unas cincuenta personas y un asiento numerado que me espera.

Este para mí es un momento clave, que va a decidir lo cómodo que me sentiré durante las próximas horas. Imaginad, vais andando lentamente por el pasillo, unos te miran, otros te miran atentamente, la mayoría va a lo suyo, que si película, que si lectura, que si durmiendo. Bien, llegas a tu asiento, 37. Miras a tu compañero de viaje y lo ves con los asientos reclinados, tumbado cómodo en su asiento y parte del «tuyo» y con «tu» asiento lleno de bolsas, bolsitas, abrigos y todo tipo de prendas. Claro, tener que despertar a esa persona de su plácido sueño te hace sentir como un tipo malvado, pero a ver qué haces si no. Total, que lo despiertas y al instante detectas en él una mirada de odio mientras recoge sus cosas y las acopla a presión en su reducido espacio. Acto seguido, te fulmina con su mirada y te da la espalda (o mejor, te da el culo) y hace como que sigue durmiendo.

Bueno, es cierto que estás en tu pleno derecho y punto. Pero mi estupidez me impide no sentirme como el villano de la película. Así, que ni echo el respaldo hacia atrás ni me pongo cómodo. Me quedo tenso y culpable, y al tiempo me siento absurdo por estar así. Aguanto las cinco o seis horas de viaje intentando no rozarle con nada que sea mío y llego a mi destino cansado y agarrotado. Gracias, ya sé que soy tonto.

Lo he pensado, y no sé en qué momento me han inculcado el ser tan estúpidamente respetuoso y considerado con el prójimo. Sé que la gente muchas veces no lo será conmigo, por eso no lo entiendo. Es más fuerte que yo. Creo que no podría ser, por ejemplo, vendedor a domicilio. O sí, pero advirtiéndoles antes: «Señora, ¿le importa que le enseñe la nueva enciclopedia Larousse ilustrada de veinte tomos? Sólo si a usted no le molesta mucho. Le prometo que no le voy a insistir si no le interesa y que acabaré lo antes posible. ¿No quiere? Lo suponía. Muchas gracias, muy amable, señora«.

PD: Me había olvidado de la variante del bus «Finjo que duermo». Esta es cuando llegas y el que duerme sólo lo finge, por si te da por sentarte en otro sitio que quede libre. En este caso siempre ocupo mi sitio y lo que se produce a partir de ese momento es una relación silenciosa de odio mutuo. Si tiene salir para ir al baño, que me lo pida. Y por favor. Que yo soy tonto para estas cosas, pero todo hasta cierto punto.

4 pensamientos en “El autobús y yo

  1. marmolillo dice:

    Te he visto en un acertado comentario en la página de Alexliam (sobre los EEUU) y entradas como esta son muy certeras y afinadas. Mis felicitaciones, Menos videos y más textos sobre autobuses.

  2. picomike dice:

    ¡Muchas gracias! Me alegra que a alguien le guste lo que escribo. Tomo nota de tu sugerencia 🙂

  3. Lucía dice:

    A mí también me pasan cosas parecidas por ser demasiado considerada con el prójimo, pero almenos así cuando no se portan igual de bien conmigo me puedo quejar con razón.

    Más gente así tendría que haber.

    No conocía tu blog y me está gustando mucho. Me pasaré a menudo!!

    Saludos

  4. picomike dice:

    Muchas gracias! Estás más que invitada a pasarte cuando quieras 🙂

    saludos!

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